jueves, 14 de enero de 2010

"Aquel joven escocés" XVIII

Aunque jamás había escatimado esas “importantísimas mejoras”, esperaba que en la presente circunstancia, en la que ya no representaba obstáculo el avance de la Corta, al haber caído la Iglesia, tomaría impulso el estudio de ingeniería para aumentar el rendimiento productivo.
Enfáticamente, precisó lo peculiar que resultaba, según le había informado en varias ocasiones, Mr. Lowers, el descenso de castigos que se había observado en el personal obrero de la Corta Sur, a pesar de que aquellos trabajadores eran renuentes a un correcto comportamiento.
Suponía, podría atribuirse al, todavía, poco conocimiento de Mark hacia aquellos individuos y, por supuesto, a la benevolencia del mismo, influido por su leal observancia de la fe cristiano-protestante, recibida de sus buenos antepasados en Escocia….
No obstante y, aún respetando la autonomía de los Jefes de sus Departamentos, “sugería” estrictas medidas disciplinarias, ante comportamientos irregulares. Su propia experiencia le había demostrado que era la solución ideal ante díscolas actitudes.

Mark dio muestras de respetuosa atención al superior y, en un involuntario movimiento, creyó captar en el silencioso Jefe de la Agencia, una hipócrita sonrisa de adulación sobre los comentarios del Director. Aquella mueca, muestra de reiterado servilismo, fue ignorada por él, pasando a agradecer los elogios vertidos a su persona y exponiendo su punto de vista, en el trato que solía aplicar a sus subordinados que, con matices, lamentaba no compartir, ” pero apreciando muy sinceramente las sugerencias que se le hacían”.
Momentáneamente, sólo se oyó en el comedor un levísimo carraspeo escapado de la garganta de Mr. Lowers, que pareció dejar más helado aún, el casi apurado plato de cordero.

Oportunamente y, con toda probabilidad acostumbrada a intervenir en situaciones similares, Mrs. Barry, comentó el extraordinario descubrimiento que había hecho la víspera anterior, al observar como una pareja de abubillas intentaba anidar en el mayor árbol del jardin.
La sorprendente noticia, tan grata para la dama, dio un giro al gélido ambiente, insuflando algo de calor y hasta haciendo apetecible el inevitable budín de limón que, seguidamente, se sirvió.
Animada por su acertada intervención, la anfitriona no cedió la conversación y aprovechó la degustación de café y consiguiente copa de brandy, para suplicar a Mr.
Barry, su esposo, una original petición: “¿Por qué no se pedía a toda la colonia (mediante circular) recluyesen a sus gatos en lugares donde no pudiesen penetrar en el jardín de la Casa de Consejo? Al fin y al cabo, aquél debería ser el santuario donde los singulares pajarillos podrían reproducirse”… ¡Al menos, Mrs. Lowers, lo encontró razonable¡….

2 comentarios:

  1. El regreso a casa no alivió la pesadez de estómago que sentía Mark. Ya en ella, se preparó un vaso con agua de seltz evidenciando que las molestias no eran físicas.

    Momentáneamente recordó a su viejo abuelo, el Rvd. McGregor, quien le había inculcado la lectura de la Biblia, procurando en todo tiempo hacer de él un cristiano protestante que asumiese lo esencial de los Evangelios. Es decir, el amor a sus semejantes, sin acepción de color, fronteras y cualesquiera fuese su credo ó posición social, admitiendo es humano el pecar, pero aún así, si en ello se caía, la fé en la infinita misericordia divina, con sincero arrepentimiento, liberaba.
    Sobre todo había que conocerse así mismo y observar una conducta íntegra.
    Era el legado que no quería perder y justificaba sus diferentes puntos de vista con los de Mr. Barry.

    Relacionado con el trabajo, sostuvo frecuentes entrevistas con el Director quién jamás dejó traslucir animosidad en su contra, incluso parecía tenerle en alta consideración

    Pudo ocurrir, tal vez, que la sinceridad con la que Mark le expresó su opinión, no beligerante, pero tampoco coincidente con la de él, en casa propia y delante de testigos, hubiese contrariado su fuerte carácter que únicamente afloraba en situaciones tensas, al tratar con líderes sindicales obreros, pero cabía la posibilidad de un pasajero enfado superado tras sosegada reflexión.
    En cualquier caso, Mr.Barry tenía fantástica memoria….y precisos informes de la marcha de los trabajos en cada uno de los departamentos de la mina. Todas las mañanas, su oficina recibía exhaustivos informes de diverso contenido, entre ellos, era muy destacable la extracción en la Corta del Pueblo.

    Sobresalía la eficacia desempeñada por Mark. No obstante, en un determinado día, releyó un documento confidencial, remitido por el Jefe de Guardas de la Compañía, donde se daba cuenta de 5 trabajadores, de Corta, afiliados al anatematizado Sindicato Socialista que, cada noche, se reunían en concreto lugar del vecino pueblo de Nerva para criticar a la Compañía y poner como un “guiñapo” a su Director.
    En uno de los párrafos del amplio informe se leía: “El poco respeto y osadía de uno de estos individuos, llamado Rafael….ha llegado a poner a su perro MISTEBARRY, nombre por el que es llamado, a viva voz, cuando entra en las tabernas acompañando a su amo, provocando chanzas y risotadas entre los que en ellas se encuentran”.
    No entendía como Mark, en el transcurso de los días de trabajo, aún no había tenido algún roce ó altercado con aquellos “desafectos a la Compañía” que bien pudiesen justificar el despido.

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  2. El regreso a casa no alivió la pesadez de estómago que sentía Mark. Ya en ella, se preparó un vaso con agua de seltz evidenciando que las molestias no eran físicas.

    Momentáneamente recordó a su viejo abuelo, el Rvd. McGregor, quien le había inculcado la lectura de la Biblia, procurando en todo tiempo hacer de él un cristiano protestante que asumiese lo esencial de los Evangelios. Es decir, el amor a sus semejantes, sin acepción de color, fronteras y cualesquiera fuesen su credo ó posición social, admitiendo es humano el pecar, pero aún así, si en ello se caía, la fé en la infinita misericordia divina, con sincero arrepentimiento, liberaba.
    Sobre todo había que conocerse así mismo y observar una conducta íntegra.
    Era el legado que no quería perder y justificaba sus diferentes puntos de vista con los de Mr. Barry.

    Relacionado con el trabajo, sostuvo frecuentes entrevistas con el Director quién jamás dejó traslucir animosidad en su contra, incluso parecía tenerle en alta consideración

    Pudo ocurrir, tal vez, que la sinceridad con la que Mark le expresó su opinión, no beligerante, pero tampoco coincidente con la de él, en casa propia y delante de testigos, hubiese contrariado su fuerte carácter que únicamente afloraba en situaciones tensas, al tratar con líderes sindicales obreros, pero cabía la posibilidad de un pasajero enfado superado tras sosegada reflexión.
    En cualquier caso, Mr.Barry tenía fantástica memoria….y precisos informes de la marcha de los trabajos en cada uno de los departamentos de la mina. Todas las mañanas, su oficina recibía exhaustivos informes de diverso contenido, entre ellos, era muy destacable la extracción en la Corta del Pueblo.

    Sobresalía la eficacia desempeñada por Mark. No obstante, en un determinado día, releyó un documento confidencial, remitido por el Jefe de Guardas de la Compañía, donde se daba cuenta de 5 trabajadores, de Corta, afiliados al anatematizado Sindicato Socialista que, cada noche, se reunían en concreto lugar del vecino pueblo de Nerva para criticar a la Compañía y poner como un “guiñapo” a su Director.
    En uno de los párrafos del amplio informe se leía: “El poco respeto y osadía de uno de estos individuos, llamado Rafael….ha llegado a poner a su perro MISTEBARRY, nombre por el que es llamado, a viva voz, cuando entra en las tabernas acompañando a su amo, provocando chanzas y risotadas entre los que en ellas se encuentran”.
    No entendía como Mark, en el transcurso de los días de trabajo, aún no había tenido algún roce ó altercado con aquellos “desafectos a la Compañía” que bien pudiesen justificar el despido.

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