lunes, 4 de enero de 2010

"Aquel joven escocés" III

Pero su divagar sobre aquella recién empleada fue poco duradero, en comparación con otras vivencias, más prolongadas en el tiempo. De modo que Mr. Mark Sephan McGregor, escocés de Lochnagar, lugar a tiro de piedra de la real residencia de Balmoral, soltero, de 31 años de edad, Ingeniero, licenciado por la Escuela Imperial de Minas de Londres, se detenía más en otros acontecimientos de sus pasados años y, rememoraba su adolescencia, trepando por el húmedo Mont Keen, paseando por Trafside ó pescando carpas en el lago Muick, vistiendo el kilt regional y, siempre seguido por su abuelo, el Rvd. Ian MacGregor
Sus recuerdos le retrotraian a la época estudiantil, primeramente en Glasgow y después en Londres.
Había sido aquella, a partir de los 19 hasta los 24 años, aún alternando con muy cumplidos estudios, un derroche alegre de juventud, desarrollada en la sociedad eduardiana comprendida entre 1902/1910. Su estancia en la metrópoli fue sostenida, económicamente, por Mr. Trevor J. MacGregor, padre, no rico, pero sí acomodado comerciante, importador de té.
Con 21 años, siendo todavía estudiante, conoció a Miss Catherine Hollman, hermana de su condiscípulo y amigo Arthur, bonita y sorprendente joven a quien subyugaba el
estudio de las mariposas y la reproducción del zorro en la campiña inglesa, a lo que sumar notable candidez en lo tocante a su comportamiento con el masculino acompañante de turno que, generalmente, se conducía con ella, con la avidez del raposo (–sujeto favorito de su propio estudio-) con las gallinas. Es decir, jamás conseguía salir de su encuentro, fuese quien fuese su varonil compañía, tal como había entrado.
Aquella amistad fue limitad en el tiempo, ya que al cumplir 19 años, a la rubia Catherine les propusieron sus padres marchar a Méjico, donde un severo hermano de papá poseía un rancho por el que solían pasar millones de mariposas monarca, en sus migraciones anuales y, subrepticiamente con el propósito de alejarla de un Londres, excesivamente permisivo y liberal, preservándola con ello de su peligrosa candidez.

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