martes, 5 de enero de 2010

"Aquel joven escocés" IV

La marcha de Catherine fue sustituida por la compañía de Blanca Harrison turnándola con Violeta Blair. Esta última, de humor encantador, que le hizo olvidar pronto a la candorosa Catherine.
Ocho meses más en Londres y finalizada la carrera, con 24 años, se propuso conseguir trabajo recurriendo a las numerosas ofertas insertadas en “The Times”. De este modo encontró su primer empleo que le llevaría a Natal, en Africa del Sur, contratado por una Compañía dedicada a la explotación de carbón y con el cargo de Ingeniero Ayudante, fijándole un aceptable sueldo de ₤350
Trabajó con entusiasmo y, relativamente contento al aprender métodos industriales de moderna extracción que conformaron su experiencia de ingeniería práctica. El lugar de trabajo distaba unos 6 Kms de su vivienda, en Pietermaritzburg, cercana a Durban, ciudad bañada por el Indico, ideal para el descanso y prácticas deportivas.
Allí transcurrieron 3 años de su vida, cómodos y provechosos para su carrera, pero insatisfechos en el plano sociaL.
Era contrario a las formas y métodos, empleados por los boers, población blanca, mayoritariamente de ascendencia holandesa, en el trato dado a la autóctona de color y, también, a los trabajadores procedentes de la inmigración china.
Aquella situación, no compartida, le indujo a presentar su dimisión y retornar a Escocia (Lochnagar) donde le esperaban sus padres y hermana pero, lamentablemente, echando en falta la ausencia de su abuelo, fallecido recientemente.
Le bastaron 3 semanas de descanso y uno de esos días lo empleó en visitar a su amigo y antiguo compañero de estudios, Paul Knox, entonces asesor de empresas mineras y, en el transcurso de la entrevista, Mark le habló de su disponibilidad laboral.
Su comentario fue recogido por Paul, que días después, le ofertó empleo fuera del Reino Unido.
Se trataba de dirigir las canteras de Chandigarh, en el norte de la India Británica, cuya producción de basamentos de inmejorable roca era empleada en las edificaciones de Simla, localidad que en la estación calurosa acudía la élite del gobierno colonial, encabezado por el Virrey.
Tras pensarlo detenidamente, aceptó y signó contrato indefinido al estipularle un generoso sueldo de ₤425/año, viaje y vivienda por cuenta de la Compañía, más 4 semanas de vacaciones anuales, igualmente pagadas en Simla.

Continuaba Mark McGregor, dando vueltas de ruleta a su cabeza, maltratada por el poco descanso de la fatigosa noche, en su dormitorio de Bella Vista.

1 comentario:

  1. Así, volvían sus recuerdos a los primeros días de su llegada a la India.
    Fijo en su retina quedó el espectáculo de su desembarco en Bombay. La primera sensación la captó su olfato y piel; calor de bochorno, olor a humanidad, mezclado con perfumes de sándalo, té y múltiples especias
    Una abigarrada multitud, parte de ella con escasa ropa, turbantes multicolores, variados rostros negruzcos y cobrizos, gesticulando y tratando hacerse entender en decenas de dialectos, coolíes intentando que sus servicios de rickshaws (transporte humano ó en triciclos, los menos) fuesen contratados, escuálidas vacas deambulando sin ser molestadas, infinidad de tullidos y viejos mendigando unas monedas, vendedores de frutas y dulces, con el consiguiente acoso de insectos, todo lo cual de compleja y larga descripción.
    Luego, viajar en ferrocarril. 48 horas via Delhi y medio dia a Chandigarh
    Necesitó dos jornadas para descansar y organizar sus efectos personales en el amplio y destartalado “cottage”con jardín que rodeaba aquella vivienda, semejante a los 5 que la Scottish Rocks Co., poseía en el lugar para el servicio de sus directivos, a las que cada una de ellas estaban adscritos 3 sirvientes de la propia Compañía.
    Tras el obligado descanso, hizo su presentación en las oficinas de la cantera, donde le esperaban el Jefe Ayudante, Symon Lewis; la Sta. Lucy Storm, en funciones de cajera y secretaria, como igualmente los capataces Mortimer y Slatery.
    Su apreciación personal, -escasamente errónea- cifraba las edades de Lewis y Slatery en unos 35/36 años, Mortimer parecía mayor de 50 y, dudosamente los años de Miss Storm, no la bajaría de 48
    Pausadamente, se dedicó a conocer, no sólo las aptitudes y cometidos de su reducido staff, sino también, el entorno social en que estos se desenvolvían ya que, él mismo, se tendría que integrar, teniendo en cuenta los escasos europeos residentes
    Curiosamente, observó en el trato diario con su inmediato, Symon, la impaciencia de éste por marchar del trabajo, cumplidas las 10 horas de reglamentaria labor. Trataba de entender tamaña prisa razonando el poco tiempo que hacía estaba casado.
    Distinto proceder apreció en Slatery y Mortimer. Ambos tenían familia e hijos, algunos de los cuales ya estudiaban en Delhi.
    En el transcurso del tiempo, Mark tomaba decisiones tendentes a la mejora y rendimiento de la cantera, consiguiendo, además, jugosos pedidos, adoptando medidas para reducir accidentes y consiguiendo que las mujeres indostánicas que trabajaban como “cesteras” (cargaban y transportaban sobre sus espaldas duros cestos de mimbre, entretejido con esparto de hasta 50 Kgs. de rocas) sólo lo hiciesen durante 6 horas por jornada, ganando el mismo salario que se les pagaba anteriormente por 10.
    Dichos avances de tipo social eran bien vistos en la sede de la Compañía en Edimburgo, al comparar los beneficios que se estaban alcanzando por el aumento de las ventas.

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