martes, 5 de enero de 2010

"Aquel joven escocés" V

Así, volvían sus recuerdos a los primeros días de su llegada a la India.
Fijo en su retina quedó el espectáculo de su desembarco en Bombay. La primera sensación la captó su olfato y piel; calor de bochorno, olor a humanidad, mezclado con perfumes de sándalo, té y múltiples especias
Una abigarrada multitud, parte de ella con escasa ropa, turbantes multicolores, variados rostros negruzcos y cobrizos, gesticulando y tratando hacerse entender en decenas de dialectos, coolíes intentando que sus servicios de rickshaws (transporte humano ó en triciclos, los menos) fuesen contratados, escuálidas vacas deambulando sin ser molestadas, infinidad de tullidos y viejos mendigando unas monedas, vendedores de frutas y dulces, con el consiguiente acoso de insectos, todo lo cual de compleja y larga descripción.
Luego, viajar en ferrocarril. 48 horas via Delhi y medio dia a Chandigarh
Necesitó dos jornadas para descansar y organizar sus efectos personales en el amplio y destartalado “cottage”con jardín que rodeaba aquella vivienda, semejante a los 5 que la Scottish Rocks Co., poseía en el lugar para el servicio de sus directivos, a las que cada una de ellas estaban adscritos 3 sirvientes de la propia Compañía.
Tras el obligado descanso, hizo su presentación en las oficinas de la cantera, donde le esperaban el Jefe Ayudante, Symon Lewis; la Sta. Lucy Storm, en funciones de cajera y secretaria, como igualmente los capataces Mortimer y Slatery.
Su apreciación personal, -escasamente errónea- cifraba las edades de Lewis y Slatery en unos 35/36 años, Mortimer parecía mayor de 50 y, dudosamente los años de Miss Storm, no la bajaría de 48
Pausadamente, se dedicó a conocer, no sólo las aptitudes y cometidos de su reducido staff, sino también, el entorno social en que estos se desenvolvían ya que, él mismo, se tendría que integrar, teniendo en cuenta los escasos europeos residentes
Curiosamente, observó en el trato diario con su inmediato, Symon, la impaciencia de éste por marchar del trabajo, cumplidas las 10 horas de reglamentaria labor. Trataba de entender tamaña prisa razonando el poco tiempo que hacía estaba casado.
Distinto proceder apreció en Slatery y Mortimer. Ambos tenían familia e hijos, algunos de los cuales ya estudiaban en Delhi.
En el transcurso del tiempo, Mark tomaba decisiones tendentes a la mejora y rendimiento de la cantera, consiguiendo, además, jugosos pedidos, adoptando medidas para reducir accidentes y consiguiendo que las mujeres indostánicas que trabajaban como “cesteras” (cargaban y transportaban sobre sus espaldas duros cestos de mimbre, entretejido con esparto de hasta 50 Kgs. de rocas) sólo lo hiciesen durante 6 horas por jornada, ganando el mismo salario que se les pagaba anteriormente por 10.
Dichos avances de tipo social eran bien vistos en la sede de la Compañía en Edimburgo, al comparar los beneficios que se estaban alcanzando por el aumento de las ventas.

1 comentario:

  1. Era eficaz en su trabajo e, igualmente, se integró con facilidad en la no amplia, pero sí cerrada sociedad europea de Chandigarh.
    En 1912 era esta pequeña ciudad de la India, situada entre los estados de Patiala y Kapurthala, tranquila y laboriosa, contando con una población de 35.000 almas de las cuales, una parte importante se empleaba en los servicios que requería el acantonamiento militar de guarnición (compuesto por un regimiento de infantería sijs, comandado por 5 oficiales ingleses) otras 2500 personas en la cantera de la Scottish Rocks Co., y el resto dedicado a servicios domésticos, agricultura y pastoreo en las tierras montañosas de los alrededores.
    En el amplio terreno que ocupaba el regimiento, aparte los barracones para la tropa, disponía de una serie de pabellones donde se alojaban, cómodamente, los mandos y sus familias que contaban, además, con uno más grande, utilizado como club y usándose para juego de polo, en ocasiones, el campo de instrucción militar.
    Las instalaciones de recreo eran compartidas por los oficiales del destacamento, con los funcionarios del Servicio Civil Indio –sólo británicos- así como otros miembros europeos residentes en la población en cualquier época.
    En verdad, nunca llegaron a reunirse en sus salones más de 30 parejas.
    Siendo pocos, cuando los servicios lo permitían, se organizaba alguna que otra partida de polo, en las que se requerían los caballos del regimiento.
    Si esa faceta del deporte no se prodigaba, se recurría al tenis o las omnipresentes timbas de cartas, pero en la mayoría de ocasiones, el aburrimiento y la monotonía estaban asegurados. Era por tanto, natural, se esperase con impaciencia la temporada de la cercana Simla que, durante 3 meses, inyectaba animación a la propia ciudad y proximidades.
    Los meses de espera intentaban cubrirse con algún que otro baile, contratando una de las numerosas orquestas de Simla. Esta misión era asumida, con total devoción, por Miss Storm quien, inevitablemente, se sentaba al piano, arrancándole tales notas que los danzantes huían despavoridos de la pista para mitigar el susto en el Bar.

    Fue en el Club donde se enteró del trascendental evento, que se aguardaba para el mes de Diciembre.
    Nada tan singular como la visita del Rey Emperador, Jorge V, que tendría lugar el día 2 de dicho mes, comenzando en Bombay.
    Con toda seguridad, el virrey, Sir Charles Hardinge, incluiría en el programa del soberano la visita a Simla y éste pudría recrearse en sus edificaciones de puro estilo británico.
    Mark, pensaba interesadamente, en el aumento de pedidos de rocas a fin de acelerar obras nuevas y, otras aún por terminar. Si la noticia se confirmaba, la Scottish Rocks, podría frotarse las manos y él, personalmente, subiría en estima dentro de la Compañía.

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