De las virtudes de Mrs. Penny –que algunas tenía- había que detraer pequeñas debilidades, únicamente atribuibles a su poca moderación por la ginebra. No obstante, ni el más generoso vaso que le fuese servido, en el bar del club, era capaz de soltarle el mínimo secreto que guardara en lo más recóndito de su corazón, si se lo proponía.
Ella fue la valedora de la joven Elvira, a la que conoció cuando venía desde su Zalamea natal, aprovechando el tren de la Compañía, para vender las aves y huevos, en Bella Vista y El Valle, productos del gallinero familiar que tenían en la cercana población. Con ello, obtenía un dinero extra que añadir al escaso jornal del padre minero, cuando aún trabajaba. No era fácil apartar los ojos de aquella lozana zalamera de llamativo y atrayente cuerpo, moldeado por insinuantes redondeles y grácil físico, cuya mirada vivaz y limpio porte, quedaba adornado por la sencillez de trato y suave voz. Si bien esos atractivos no pasaban desapercibidos para el sexo opuesto, por otras cualidades, tampoco lo eran para los del propio. Su humilde y digno comportamiento, continua sonrisa, unido a la forma de recogerse el castaño cabello a manera de bajo moño en la nuca, con el añadido de simpatía natural, le hacían acreedora de la admiración, igualmente femenina.
MI VIEJO BLOG
Hace 5 meses
A mi me gusta como esta escrito, creo que lo pondremos este mes de enero en la voz de Zalamea, saludos.
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