Mr. Barry había recibido un informe del Jefe de Guardas, donde le ponía al día del
tumultuario mitin celebrado en el teatro de Nerva y alrededores, en el que intervinieron varios dirigentes sindicalistas, a los que calificaban los incondicionales seguidores de las posturas de la Compañía de, “vividores”, instigando a los cientos de trabajadores que acudieron, al inicio de una huelga en todos los departamentos del establecimiento minero, sugiriendo se boicoteasen determinadas instalaciones industriales, hasta conseguir una serie de mejoras salariales y laborales que estimaban justas.
El informe incluía una lista, en la que figuraban nombres de muchos asistentes que aplaudían a los oradores por las reivindicaciones planteadas y en la que figuraban 27 mineros de la Corta Sur que, lógicamente, estaban bajo las órdenes de Mark.
Preocupaba al Director la inestabilidad laboral pero, con calculada objetividad, concluyó, podría sacarle provechoso resultado, toda vez que los pedidos de mineral habían sufrido considerable descenso, debido a la guerra con Alemania.
Bien vendría, pues, aligerar una plantilla de mano de obra, excedentaria en los momentos actuales.
Llamó a su Secretario, dictándole circulares de obligado cumplimiento y, añadiendo citase a Mr. Mark McGregor para inmediata entrevista.
Al comparecer el Ingeniero, le recibió un circunspecto Mr. Barry transmitiéndole la información recibida y cómo “sentía” tener que actuar, como ya lo hizo en 1913, cuando, en situación similar, los huelguistas dieron fuego al Pozo Alicia.
A menos que fuese reversible la repetida situación, habría que tener en cuenta la actitud de esos 27 trabajadorres de la Corta. Dicho lo cual, dióle a leer el informe en cuestión, para continuar:
“Aunque sólo cita a esos 27 destacados individuos que se adhieren a las tesis de los “vividores”, qué duda cabe, hay bastantes más de su departamento, que sostienen las mismas ideas.
Es “mi triste deber” anticiparme a los acontecimientos y, por ello, ruego a Vd. me dé a conocer nombres de perturbadores, indolentes y todo aquél que se oponga a las directrices de la Compañía y/o sus mandos. Por supuesto, agradecería pusiese en conocimiento de esta Dirección cualquier información, a nivel laboral ó particular que pudiera saber sobre las actividades extra-laborales de un determinado obrero, a fin de estudiar su permanencia en la Empresa”.
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Hace 5 meses
Tras dos minutos de interminable silencio –al menos, así le pareció al Director- Mark, levantó la vista del documento y, pausadamente, respondió:
ResponderEliminar“Mr. Berry, veo con sorpresa en esa lista nombres de –no todos- pero, sí 23 hombres a los que tengo conceptuados como trabajadores muy cualificados y eficientes en sus deberes. Sería muy perjudicial para el interés de la Compañía, prescindir de ellos, al tratarse del desempeño de labores extractivas que requieren prácticas de años.
Por otra parte, puedo asegurarle que, hasta la fecha, ni mis capataces, ni yo mismo, hemos detectado faltas graves en ninguno de ellos. Si hubo alguna ocasión en que la maquinaria o herramienta manejada no lo fue adecuadamente, la corrección del capataz de turno fue aceptada, sin más.
Yo, también, lamento muchísimo, no tener información extra-laboral, pues como conoce, esa llegaría por conductos ajenos a la profesión de cada cual y, en cambio, mi trato con ellos, se limita al que me proporciona su propio trabajo.
Desconozco las mejoras que solicitan pero, si le sirve para su gobierno, puedo añadir que cuando inspecciono los tajos, en horas de comidas, observo que su alimentación es deficiente y escasa, aunque no estoy en condiciones de juzgar si ello está en función de los jornales asignados”.
Sus manifestaciones no pudieron ser peor recibidas. Ya había sido demasiado indulgente el Director al consentir “veleidades del género sentimentaloide”, pero no podía permitir, en tales circunstancias, se abriese mínima fisura en lo que él deseaba constituyese compacta formación en su más inmediato entorno.
¿Qué hacer con él?. Ante Londres, no podía atribuirle nota negativa que encontrar en su trabajo, puesto que la Comisión del Consejo, en pasada visita, apreció su labor y eficaz sistema de dirigir la Corta. Tampoco en su vida doméstica que discurría de forma ordenada y, según le informaban desde Zalamea, su trato se reducía a cambiar puntos de vista, con el jardinero, para mejorar el cuido del huerto, etc., siendo muy significativo el creciente afecto que suscitaba el matrimonio por su trato y ayuda que recibían las personas necesitadas, del pueblo, que a ellos acudían en solicitud de socorro.