martes, 2 de febrero de 2010

"Aquel joven escocés" XXIX

Allí estaban en compacta formación un nutrido batallón de señoras, (no todas) al frente y como portaestandarte, figuraba Mrs. Penny, aunque ella misma se autoinculpaba de haber actuado, semejante al motor que impulsó todo aquél desvarío.
Pero, ¿Cómo iba a pensar, en su buen hacer, que todo un joven ingeniero, además británico, perdería la cabeza por una chica de servicio? …porque aunque tuviese atractivo físico, igual podría encontrar semejaza en cualquier lugar de su país.
“!Pobre chico¡ Yo espero que en pocos meses, todas tendremos que oír el arrepentimiento de él, pues, si bien no recuerdo los años que hace casé con el cómico…!Oh, sorry¡…quiero decir, químico, Mr.Penny. jamás lo hicimos de forma tan precipitada. A no ser que Elvira….”

“!Oh, no, querida¡ Mr. MacGregor nunca haría eso…” Dijo con rotundidez, Mrs. Lucy Taylor.

Mrs.Trury, siempre indiscreta e incontinente, casi atragantada con el sorbo de té que degustaba, intervino para rebatir a la cuarentona Mrs. Taylor:
“No debemos decir eso de nunca sobre nuestros hombres. Acuérdate del caso de Mr. Barry, que aún estando casado, tiene un hijo con una española y nadie puede negar el enorme parecido del chico con el papá, pues hasta tiene el clic en su cuello”.

“Por favor, Mrs. Trury, esas cosas pasan, pero al fin y al cabo, todo quedó arreglado convenientemente. Mr. Barry indemnizó generosamente a la chica y ésta marchó a vivir fuera del distrito. Incluso a un hermano de ella lo colocó de Guarda en la Compañía, ¡No, señora, todos estos asuntos no son iguales¡. El pobre Mr. Barry sufrió con todo aquello, pero tuvo el acierto de darle solución adecuada•”. Adujo Mrs. Penny. “De todas maneras, debemos poner término a estos….”. Calló al aproximarse Mrs. Reynolds, esposa del Capellán de Bella Vista, mujer ecuánime y de probada rectitud, poco amiga de comidillas que, en la mayoría de ocasiones acompañaban a las pastas del té.

Tampoco había caído en el olvido el “caso MacGregor• para el Director Gral, pero asuntos prioritarios obligaban a su aparcamiento.

1 comentario:

  1. Mr. Barry había recibido un informe del Jefe de Guardas, donde le ponía al día del
    tumultuario mitin celebrado en el teatro de Nerva y alrededores, en el que intervinieron varios dirigentes sindicalistas, a los que calificaban los incondicionales seguidores de las posturas de la Compañía de, “vividores”, instigando a los cientos de trabajadores que acudieron, al inicio de una huelga en todos los departamentos del establecimiento minero, sugiriendo se boicoteasen determinadas instalaciones industriales, hasta conseguir una serie de mejoras salariales y laborales que estimaban justas.
    El informe incluía una lista, en la que figuraban nombres de muchos asistentes que aplaudían a los oradores por las reivindicaciones planteadas y en la que figuraban 27 mineros de la Corta Sur que, lógicamente, estaban bajo las órdenes de Mark.
    Preocupaba al Director la inestabilidad laboral pero, con calculada objetividad, concluyó, podría sacarle provechoso resultado, toda vez que los pedidos de mineral habían sufrido considerable descenso, debido a la guerra con Alemania.
    Bien vendría, pues, aligerar una plantilla de mano de obra, excedentaria en los momentos actuales.

    Llamó a su Secretario, dictándole circulares de obligado cumplimiento y, añadiendo citase a Mr. Mark McGregor para inmediata entrevista.
    Al comparecer el Ingeniero, le recibió un circunspecto Mr. Barry transmitiéndole la información recibida y cómo “sentía” tener que actuar, como ya lo hizo en 1913, cuando, en situación similar, los huelguistas dieron fuego al Pozo Alicia.
    A menos que fuese reversible la repetida situación, habría que tener en cuenta la actitud de esos 27 trabajadorres de la Corta. Dicho lo cual, dióle a leer el informe en cuestión, para continuar:
    “Aunque sólo cita a esos 27 destacados individuos que se adhieren a las tesis de los “vividores”, qué duda cabe, hay bastantes más de su departamento, que sostienen las mismas ideas.
    Es “mi triste deber” anticiparme a los acontecimientos y, por ello, ruego a Vd. me dé a conocer nombres de perturbadores, indolentes y todo aquél que se oponga a las directrices de la Compañía y/o sus mandos. Por supuesto, agradecería pusiese en conocimiento de esta Dirección cualquier información, a nivel laboral ó particular que pudiera saber sobre las actividades extra-laborales de un determinado obrero, a fin de estudiar su permanencia en la Empresa”.

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